Sobre el impacto del Elevator Pitch en la era de la digitalización

Hay varias cosas que conviene no hacer cuando entablas una conversación: dar rodeos y no ir al grano. En una  sociedad en la que se prima por encima de todo la inmediatez y la ubicuidad la clave más que nunca está en construir discursos lo suficientemente atractivos para seducir a tu interlocutor.

Esto en realidad no es nuevo pero ahora la tecnología ha impuesto más velocidad a nuestras vidas, nuestras acciones, nuestro trabajo y también marca notablemente nuestra comunicación.

Se cifra que la capacidad de atención media del ser humano está en ocho segundos, pero hay incluso desde el mundo de la publicidad quien apunta a seis, y puede que hasta menos…. En cualquier caso, el ritmo ha cambiado y captar la atención de nuestros clientes y de cualquier persona se hace cada vez más difícil y complejo.

Si esto lo ponemos en  contexto nos encontramos que la vida media de las empresas ha pasado a menos de 15 años y en la startups el tiempo, si me apuran, es oro: nueve de cada diez se disuelven antes de los tres años. ¿Por qué? Hay muchas razones, pero una de ellas es la falta de enfoque y esto lleva a menudo a enfrentarnos con una carencia de discurso en las compañías, sobre todo del sector tecnológico.

Diferenciarnos y despertar el interés del otro se ha convertido en una necesidad acuciante frente a la cantidad de mensajes e información que recibimos a diario en torno a la digitalización y la transformación digital.

Precisamente existe un concepto inglés para muchos conocido que siempre ha ayudado a las organizaciones a construir un discurso que seduzca y llame la atención. El Elevator Pitch o Discurso del ascensor cobra especial protagonismo en una sociedad claramente volátil, donde no hay tiempo que perder, siendo hoy más que nunca necesario que practiquemos en el seno de las empresas de nuestro sector.

Se trata en pocos minutos (el tiempo que dura el tránsito de un ascensor) de condensar ideas y ser capaces de elaborar un mensaje que llame la atención. El mensaje hay que construirlo entorno a las siguientes preguntas, las cinco Q: Qué somos, qué hacemos, quiénes son nuestros clientes, qué beneficios obtienen y sobre todo qué nos hace diferentes.

Supone una reflexión en profundidad sobre nuestro cometido y nos obliga a repensar cómo nos mostramos frente a nuestro cliente, el mismo que está ya saturado con tanto mensaje entorno a la gestión del cambio.

A menudo me topo cuando se habla de empresas digitales con un exceso de rodeos cuando lo que necesitamos es mayor concreción. La mejor definición curiosamente la encontré el otro día: “Una empresa digital es aquella entidad que conecta personas, procesos, datos y tecnologías logrando hacer más con menos, mejorando el compromiso del cliente e inventando nuevas fuentes de ingresos”.

En eso estamos cada día en Grupo Korporate,  intentando ser un activo que ayude a impulsar la eficiencia en las organizaciones, mejorando su rendimiento a través del empleo de tecnología innovadora. Nuestro mensaje, nuestro slogan, que cumple hace ahora justo un año, va en esa línea: #beDIGITALbeHAPPY

Creemos firmemente que nuestra tecnología facilita la vida de las personas mejorando su desempeño. Nuestro cometido es  ayudar a reducir tiempos en la gestión de procesos, ganando en rapidez y agilidad, creando entornos  de trabajo altamente eficientes. El resultado: trabajadores más productivos, ágiles, y por consecuencia más felices al disponer más tiempo  para acometer tareas de mayor valor añadido para la organización.

No vale acompañarse por cualquiera en este camino para ser digitalmente diestro, hay que encontrar partners tecnológicos que ofrezcan respuestas claras a esas cinco Q, porque solo eliminando  ambigüedades se es capaz de enfocar con acierto la tecnología al negocio.

TECNOLOGÍA SIMPLE PARA ESPACIOS
INTELIGENTES DE TRABAJO