Si hay un obstáculo grande para la correcta digitalización de cualquier compañía este apunta a la llamada cultura organizacional. Se trata del conjunto de valores, comportamientos y visión que sienta las bases de la forma en la que se hacen las cosas en la empresa, tanto interna como externamente. Señala a la manera en la que los empleados trabajan, cómo interactúan, e impacta directamente en el rendimiento.

La cultura organizacional define el ADN de cualquier compañía, siendo el ser y el hacer. Pero es, además, determinante en la dificultad o la facilidad de una compañía para adaptarse a los cambios.

Una buena cultura organizacional promueve siempre un buen ambiente de trabajo, y aquellas organizaciones que la logran, tienden a tener altas cotas de éxito en los procesos de digitalización, ya que cuentan con sistemas que facilitan el desempeño, mejoran la productividad y refuerzan el  compromiso, siendo fundamental para el crecimiento de las empresas en la era digital.

Además es necesaria e imprescindible en la correcta transformación digital, que ya sabemos que impacta en procesos, personas y tecnología, para acabar siendo una reorganización completa del negocio.

Se puede decir sin el menor margen de duda que no hay una buena transformación digital sino hay una correcta transformación de la cultura empresarial que prepare a los empleados hacia la mejora continua y abrace la innovación.

No se trata únicamente de adopción de tecnología, sino de implementar cambios estructurales y estos en el seno de las empresas cuentan a menudo con barreras habituales que obstaculizan la consecución de una buena cultura organizacional y dificultan una adecuada digitalización.

Miedo al cambio, ausencia de visión y liderazgo, procesos demasiado rígidos, falta de competencias digitales, comunicación deficiente, carencia de ambientes colaborativos, o de infraestructuras digitales son algunas de esas barreras habituales.

Se ha vuelto tan relevante hoy en las empresas porque contribuye precisamente a crear un vínculo sólido entre los empleados, mejorando su desempeño.

Lograr una buena cultura empresarial remite a aspectos tan fundamentales como la escucha activa, comunicación fluida, autonomía, flexibilidad, transparencia, compartición de ideas y tecnología.

Todo ello incide en la mejora de la eficiencia, facilita los cambios en las estrategias corporativas, impulsa el crecimiento y garantiza el bienestar de los equipos. Porque la cultura organizacional determina la identidad propia de las compañías, las diferencia y ayuda a incrementar el engagement, siendo fundamental para la atracción y fidelización del talento.

Para ello es imprescindible automatizar procesos, tener un comportamiento innovador, uso de datos para la mejor toma de decisiones, ser más colaborativos, flexibilidad, mentalidad digital y adaptación constante. No lo olvidemos.